La cosa es que me asomó y veo a un chaval trajeado esperando ante la puerta, la cual abro sin pensar mucho. En los gifs tenéis ejemplos animados de mis diferentes reacciones durante la conversación, que fue tal que así:
-Hola.
-Hola.-contesté.
-¿Qué tal?.
-Bien.
-¿Bien?.
-Bien.
-...
-...
-...
-...
-Vengo por la instalación de la fibra óptica, ¿has visto unas cajetillas negras que han puesto en la fachada?.
-No.
-Vale.-sonrisa incómoda.-No sé si tendrás internet en casa.
-Lo que tengo es poco tiempo.-se me veía muy ocupada con mi chándal y mis zapatillas de andar por casa.
-Vale, yo voy a ser muy breve.
-¿Eres de Jazztel?.-pregunta tonta, llevaba una tarjeta de Jazztel colgando del cuello.
-Sí.
-Mira, lleváis llamando todas las tardes por teléfono que no sabemos ya cómo deciros que no nos interesa.
-Yo es la primera vez que vengo...
-Mira tío, yo entiendo que tú estás trabajando y no tienes culpa de nada...
-...pero sois unos pesados y no puedo con vuestra empresa.
Y le cerré casi sin decirle adiós y ahora me he quedado fatal.
Se ve que el pobre chaval llevaba poco trabajando en esto y me siento terriblemente culpable, pero es que analizando la situación he llegado a la conclusión de que no hay una manera amable de cerrarle a esta gente. Haga lo que haga me voy a sentir mal luego, así que me consuela pensar que no he sido la más borde que se va a encontrar, que les entrenan para encajar estas cosas y que quizá el tío en su vida personal sea un hijo de puta.
No sería tan raro, el mundo está plagado de hijos de puta.